Investigadores norteamericanos han dado a conocer un mecanismo de secreción de proteínas por el que las bacterias son capaces de eliminar a posibles microorganismos competidores, sin dañarse a sí mismas
Investigadores de la Universidad de Washington, en Seattle (Estados Unidos), han publicado en la prestigiosa revista Nature varias de las armas imprescindibles en la guerra entre bacterias. Su estudio podría conducir al desarrollo de antibióticos de última generación, lo que supondría un gran paso en el campo de la biomedicina.
Uno de los desafíos más importantes en el ámbito de la salud para el siglo XXI es contar con nuevas herramientas para luchar contra las enfermedades provocadas por bacterias. Algunos de estos “microbichitos” producen problemas muy graves de salud pública, al ser responsables, por ejemplo, de enfermedades como la tuberculosis, la neumonía, la salmonelosis o la legionela.
Desde el final de la II Guerra Mundial, y gracias al trabajo de investigadores como Alexander Fleming, descubridor de la penicilina de manera accidental, contamos con un abanico muy amplio de antibióticos para luchar contra las bacterias. Sin embargo, estas han conseguido adaptarse al ambiente, y sumado a la sobreutilización de estos fármacos por parte de los pacientes, han conseguido la generación de bacterias multirresistentes, que no son eliminadas por estos antibióticos. ¿El resultado? A día de hoy existen algunas infecciones que ya no pueden ser tratadas con estos fármacos. Sin embargo, la investigación norteamericana podría ayudarnos a contar con nuevas armas para luchar contra estas enfermedades en el futuro. Se trataría no de plantar cara a estos microorganismos, sino aprovechar la propia guerra entre bacterias para usar sus “puntos débiles”.
En concreto, lo que descubrieron los científicos fue que las bacterias, además de producir unas toxinas muy potentes contra el individuo al que infecta, son capaces de generar proteínas similares para eliminar a bacterias competidoras. Esta guerra entre bacterias utiliza uno de los sistemas de secreción bacteriana (en concreto, el tipo IV), bien caracterizados en microbiología, para producir fosfolipasas, un tipo de proteínas capaces de degradar la envoltura de las bacterias competidoras, dejando intacta la propia.
En concreto, el grupo liderado por Joseph D. Mougous y Sun Nyunt Wai ha trabajado con dos microorganismos realmente patógenos, Pseudomonas aeruginosa (causante de las infecciones en pacientes con cáncer y fibrosis quística) y Vibrio cholerae (bacteria que provoca el cólera). En su investigación han visto cómo las bacterias son capaces de desarrollar estrategias de defensa, frente a posibles “depredadores” y “competidores”.
En esta guerra entre bacterias, para luchar contra sus competidores, los microorganismos eran capaces de secretar fosfolipasas que no producían toxicidad a sí mismas, de forma que eran capaces de “ser más fuertes” que sus competidoras. Este mecanismo podría ser utilizado como un método selectivo para luchar contra las infecciones bacterianas, creando los antibióticos de última generación, mucho más específicos y selectivos. Un gran paso, sin duda, para combatir las enfermedades provocadas por estos microorganismos en el futuro.